viernes, 13 de mayo de 2011

TEORÍA DE LA REESTRUCTURACIÓN


Luego de largos años de predominio de las corrientes psicológicas y educacionales identificadas como el conductismo, se inicia en Alemania una corriente psicológica que se denominó de manera genérica Gestalt o psicología de la forma o la configuración, que se sintetiza en la concepción del pensamiento productivo entendido como la posibilidad de descubrir una nueva percepción o manera de resolver un problema, lo que implica una adecuada comprensión del mismo valiéndose para ello de la experiencia, hay una reorganización perceptiva de los elementos del problema, comprendiendo de pronto una relación nueva entre los elementos que conduce a la solución. Esta apreciación es opuesta diametralmente a los postulados de Wilhelm Wundt y en general a los conductistas, que centraban su tesis en el pensamiento reproductivo es decir la posibilidad de aplicar conocimientos y destrezas aprendidos con anterioridad a situaciones nuevas.
A diferencia de los estudios de los conductistas, en los que los animales aprenden por ensayo y error, en los experimentos de los gestalistas los animales aprenden reorganizando los elementos del problema tras una profunda reflexión. Introducen a partir de estos estudios y ensayos con chimpancés el término “insight” conceptualizado como la reorganización del esquema o patrón perceptual, es decir lo definen como un proceso repentino o inmediato. Pero para ello es preciso que exista una experiencia previa con un problema, que ayudará luego a solucionar otro problema estructuralmente similar.
Si relacionamos estos conceptos con el ámbito educativo, es preciso que los docentes proporcionen a sus alumnos marcos de referencia y situaciones que tengan posibilidad de producir una solución intuitiva de problemas en la que el esquema del todo es lo realmente importante por encima del número total de elementos o la suma de las partes, que generalmente tiene la percepción individual. Para que el aprendizaje se produzca de manera eficiente, es preciso que se organice de manera clara y lógica el material que se va a poner a disposición de los alumnos; al mismo tiempo evitar dar directrices confusas, o suponer que los niños entienden algo o algún principio y finalmente no enseñar por analogías antes de explicar adecuadamente.

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